Espectros



  • Leído en: 2015, antiguamente.
  • Título original: Revenant.
  • Escritor: Louise Cooper.
  • Género: Fantasía.
  • Año de publicación: 1993.
  • Serie: Índigo VII.
  • Sinopsis: Durante medio siglo, Índigo ha vagado por el mundo sin envejecer, sin cambiar e incapaz de morir, buscando los demonios que ella misma liberó tiempo atrás. Éste es su destino y el precio de su desatino. Ahora la joven se ha refugiado entre las gentes de Alegre Labor, en cuya fría filosofía pragmática no puede existir el retorcido mundo de los demonios. No obstante, Alegre Labor posee sus propios secretos: voces lejanas en la noche que llaman a Índigo con sus «ven a jugar, ven a jugar»; un niño pequeño perseguido por «amigos» invisibles, y la casa situada tras el elevado muro, un museo en recuerdo del Benefactor... quien puede que no fuera tan benévolo como se creía. Existen oscuras fronteras que quizá sería mejor no cruzar. Pero tras ellas se encuentra el mayor terror de Índigo y también su mayor deseo. Y ambas cosas deben reconciliarse.


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    Para rematar la decepción del anterior, este libro me ha parecido el peor de todos. Será por el cansancio tras haber leído tantos o porque mi interpretación de la novela es demasiado estricta y alegrelaborista... o quizá se merezca el calificativo, porque tiene ingredientes de sobra. Me consuelo pensando que si los libros van decayendo desde el quinto, por lo menos solo me queda uno.


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    [No sigas si no has leído el libro:
    a partir de aquí desvelo el argumento]

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    Aquí, la autora se pone seria. Nada de ir soltando ideas místicas de vez en cuando, no. En esta ocasión se desmelena y enfrenta a su espiritual y creyente Índigo contra la Razón (sí, con mayúscula). Juega a inventarse una sociedad «práctica» en exceso donde no hay lugar para nada en principio improductivo (por lo tanto están mal vistos los juegos, la música...), con las exageraciones típicas para hacernos saber que esa comunidad es el Mal, y la identifica con el pensamiento racional sin mucho disimulo. Puede que con un chaval le funcione (pobrecito), pero se ven los hilos y una cosa es criticar el materialismo extremo o el consumismo y otra, esta alabanza a la superstición.

    Una muestra de las exageraciones: Thia se ofrece a compartir su almuerzo con Índigo (no se vende comida en el pueblo... a saber el motivo) y resulta que, como es una Servidora del Materialismo, tiene una empanada de lo más cutre; a Índigo no le gusta, claro, qué asco por diosss, y le dice que no, gracias, que con un vaso de agua le llega... y se la dan salobre. Si es que...

    Y la preparación del final tan chorras... Ufff.

    Y lo del Fenran por ahí pasando y que por un minuto no lo pueda salvar... no me lo creo. Lo mismo por leer tantas novelas seguidas de la Cooper, ciertos momentos parecen prefabricados y, como diría la escritora, sin alma.

    Y para terminar, otro ejemplo de tontería típica de esta serie: Índigo está hecha polvo, pero de golpe se da cuenta de que... «Sabía dónde se encontraba Fenran. No únicamente su espíritu, ni su mente dormida, ni su imagen… sino Fenran, completo y vivo. Lo sabía, ¡lo sabía!». Y así, gracias a la repetición aliñada con signos de exclamación, lo sabe. ¡Lo sabe! Sin ninguna duda, vamos. Es la magia de cantar, bailar y rezar a la Madre y esas cosas.