Anghara



  • Leído en: 2015, antiguamente.
  • Título original: Aisling.
  • Escritor: Louise Cooper.
  • Género: Fantasía.
  • Año de publicación: 1994.
  • Serie: Índigo VIII.
  • Sinopsis: Parece como si la larga búsqueda de Índigo estuviera a punto de finalizar. Seis enfrentamientos han quedado atrás, y la muchacha regresa por fin a casa. Regresa como una extraña, sin familia ni amigos, pero tiene la seguridad de que alguien la espera... y de que muy pronto se reunirá con su amor, Fenran. Sin embargo, el barco que la transporta naufraga, y, rescatada inconsciente del mar, Índigo despierta sin memoria. Fenran y sus sueños se han perdido en el olvido; incluso su fiel Grimya ha desaparecido de su recuerdo. Así pues, cuando un compañero de navegación afirma que están prometidos, ¿por qué tendría que desconfiar de él? A menos que pueda recordar su pasado, la misión de Índigo se vendrá abajo. Pero ¿se atreverá a mirar en el espejo de su propia mente para encontrar al último demonio?


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    Decente conclusión de la serie a pesar algunos defectillos, nuevos y de siempre. En esta ocasión hice una reseña «en tiempo real» de lectura (no en el imaginario, claro) y la dejo debajo.


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    [No sigas si no has leído el libro:
    a partir de aquí desvelo el argumento]

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    Comienzo entretenido.

    ¡Vaya!, empezamos con las gilipolleces. Índigo (con más de cincuenta años, ojo) tiene un pretendiente y no sabe cómo decirle que no le quiere (duda porque, como dijo una mentira, solo puede o hacerle un desprecio o contarle toda la verdad... pfff).

    Y ya echaba de menos a la Madre (esta vez, de nuevo, «del Mar») y a sus fieles. Un ejemplo de su subnormalidad: «El capitán Brek calculaba que más de la mitad de su tripulación había sobrevivido. Era, como había explicado al médico, poco menos que un milagro, y aunque lo afligía profundamente la pérdida de vidas humanas, no por ello dejaba de dar fervientes gracias a la Madre del Mar por haber permitido que se salvaran tantos». [Gracias por matarnos, ¡oh bienhechora!].

    Uf, ahora hay «brujas del bosque» que son «buenas y sabias». Vamos, Serpy, no te pongas nervioso...

    Hay un chico que se llama Esk, como la chica de Ritos iguales. Bien, Cooper, buena jugada.

    Me está gustando de momento. Es interesante lo de la loba y la bruja.

    El Vinar ese es un garrulo ligón de discoteca a quien intentan colar como bueno y da más asco que otra cosa.

    Sigue curioso, pero los gustos musicales y la idea de fiestas de la escritora... en fin: «luego la multitud exigió a voz en grito Cerdos en el huerto, una frenética giga en la que cada compás finalizaba con dos filas de bailarines que se dejaban caer a cuatro patas entre gruñidos, bufidos y chillidos mientras fingían olfatear manzanas caídas de los árboles». [Y como los gorilas...].

    Es absurdo que en estos libros, en general, haya tanta inocencia y buen rollito entre la gente. Solo entre la elegida por la autora, claro. Le quita mucha credibilidad a la historia que el sufrimiento siempre se deba a algo externo y no haya tensiones entre ellos, sino que todos acepten su papel en la sociedad de buen grado y además se esfuercen por hacerlo de puta madre. Y todos comparten comida, se hacen regalos, invitan a beber y comer... Y todos son educados cuando se emborrachan; nadie monta un escándalo. Queda muy falso. Cuando alguien quiere hacer cambios es porque es el malo (mira la Carlace o como se llamara de hace tres novelas...).

    Continúa ameno el tema. A ver qué pasa después de haber dormido en Carn Caille.

    Un poco rocambolesco lo de que Perd sea Fenran, pero bueno... Ah, una perla de cuando la bruja cae enferma tras hacer magia y dice que no necesita un médico: «Además, los médicos tenían ideas y métodos extravagantes, y ella no quería ser víctima de sus experimentos. Un día de ayuno y algunas pociones hechas con hierbas no tardarían en ponerla bien». [¿No sabéis que nos fumigan?].

    Se veía venir que Fenran fuera el último demonio (aunque sea una chorrada), pero cuando Índigo entra con él en la Torre y Grimya está desesperada por evitarlo, ¿por qué hostias no se lo dice cuando ve que no le hace caso? ¿Tanto cuesta un «Es el último demonio»? Claro que Índigo ni parece acordarse de que faltaba uno... Y también, y esto es quizá peor: ¿por qué Índigo no le hace caso a su superamiga? Los libros estos resultan infantiles por cosas de este estilo, la verdad.

    Y lo del engaño de Vinar a Índigo... Joder, nadie se lo echa en cara, todo el mundo se compadece del palurdo ese y hasta Índigo casi le pide perdón por no casarse con él... Y termina casándose con la bruja. Sí. Claro.

    Mmm... Por un lado me ha gustado (no lo leí justo después de otro de la saga, y eso ayuda), pero por otro no me creo ciertas cosas o quedan mal. Me parece una cutrada el cambio de trama. La escritora ya había modificado ligeramente la historia en otras novelas haciendo que el Emisario fuera una parte de Índigo, y eso dejaba entrever un poquito el asunto, pero aun así... La amnesia de Índigo viene bien porque de este modo no es la protagonista y no acabas harto de sus paridas, pero no me convence. Y matar a Fenran de esa forma... bah.

    Como sea, me ha entretenido a pesar de las tonterías (y de dejar un final abierto con frase absurda incluida después de ocho tomos) y está mucho mejor que el anterior, lo cual no era difícil. Adiós, Cooper; nos veremos en la relectura de El Señor del Tiempo quizás algún día.