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  • Leído en: 2015, antiguamente.
  • Título original: Avatar.
  • Escritor: Louise Cooper.
  • Género: Fantasía.
  • Año de publicación: 1992.
  • Serie: Índigo VI.
  • Sinopsis: En su eterna búsqueda para liberar al mundo del mal que ella misma desató sobre él, Índigo ha sido penitente, mensajera, peregrina... y ahora, quizás, un avatar de los difuntos. En esta ocasión, su constante deambular ha llevado a la joven a la Isla Tenebrosa donde, junto a Grimya, ha de enfrentarse a un peculiar culto a la muerte. En ese lugar siniestro al que les ha conducido la piedra-imán, Índigo cae víctima de unas virulentas fiebres y, una vez curada, es considerada el oráculo de la Dama Ancestral o Señora de la Muerte. Al principio, Índigo intenta convencer a la suma sacerdotisa del culto de que ella no es ningún oráculo, pero como está segura de que el demonio que busca se oculta allí, decide someterse por el momento a la voluntad de las sacerdotisas hasta que pueda derrotarlo.


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    Este es el libro de Índigo que siempre recordaba por la imagen de las cuevas en el zigurat en medio del bosque y a orillas de un lago. La historia es de las mejores, compleja e interesante; los personajes también me han parecido buenos; el trasfondo, con esa lucha contra el miedo y lo cerca que está este de la adoración, tiene miga, y el ambiente está logrado (el culto a la muerte, los hushu, el mundo subterráneo...). ¿Qué falla? Varias cosas; las detallo debajo. Si se pueden dejar de lado, la novela gana bastante; yo no lo conseguí.


    5




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    [No sigas si no has leído el libro:
    a partir de aquí desvelo el argumento]

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    No me gusta la forma de describir a los personajes malvados, asociando gestos, expresiones e incluso el físico a su perversidad sin mostrar hechos de veras malignos y dejar que el lector se haga una idea; se ve, por ejemplo, con Uluye: tiene que quedar claro que es mala desde el principio («Uluye se mostraba desagradablemente satisfecha»; «sus labios exhibían una sonrisa triunfante, sin el menor rastro de naturalidad o humor»). Tampoco las patriciadas, que a ratos vuelven por sus fueros (al comienzo, Índigo casi se muere y Grimya pide ayuda a la diosa y, ¡hala!, hace que una choza lleve ahí años justo al tomar una curva del camino).

    Otra, común a toda esta serie y que a veces no queda mal pero otras muchas parece un pegote, es una vaguedad descriptiva usada como deus ex machina. Un buen ejemplo es cuando Índigo «escapa» de la Dama Ancestral en el fondo del lago. ¿Qué pasa en realidad? ¿Por qué consigue huir? Se narra de manera confusa y a otra cosa. Y relacionado con esto están las situaciones incoherentes, como cuando la Dama Ancestral la deja en el islote y le dice que algo la irá a visitar y entonces la llamará; ¿por qué, después de hablar los muertos y llamar Índigo a la Dama, aparece esta con Némesis, la loba en que se convertía Índigo antiguamente y el Emisario? Y después Índigo la «vence» diciendo dos chorradas... y todo para nada (ah, no, será para que Índigo aprenda que tiene un poder increíble... ¡qué maja la enemiga esta!).

    Y el desenlace es, como casi siempre, un poco tonto, y no solo por el demonio, que aquí vuelve a ser una chufa y ni se entiende cómo lo derrota ni queda claro para qué si al final dejan caer que el miedo (sí, ese es el «demonio», ¡uuuuuh!) puede volver... No, también hay otra tontería: Joder, Índigo, si eres la hostia, ¿por qué tienes que esperar tanto para hacer el truquito? Y me juego el cuello a que en el próximo libro no recuerdas nada y tienes que «aprender» algo para poder hacer tu número final...

    En resumen: tiene potencial y podría estar entre los destacados, pero se conforma con superar ligeramente a los dos hasta ahora «malos» por sus incongruencias y el maniqueísmo místico de la autora. Una pena.