Divina comedia
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Otro «obligatorio» terminado, en esta ocasión de poesía y fantasía con tintes mitológicos. Tiene una trama sencilla: el poeta es el protagonista, y un antiguo compañero de profesión, muerto hace tiempo, se lo lleva de viaje al lugar donde van los espíritus de los difuntos al palmarla, dividido en tres zonas con distintos grados de confort y requisitos de acceso (básicamente, cuanto mejor hayas seguido las directrices del jefe, más cerca estarás de la tribuna). Por el camino, ascendente en calidad de no-vida, se va describiendo el sufrimiento o el goce (este menos) de las almas de los finados, y el autor carga las tintas contra sus adversarios haciéndoles padecer imaginativos horrores sin fin en el Infierno; se apiada de algunos solo ligeramente descarriados otorgándoles una pena temporal y no tan dura en el Purgatorio hasta que puedan subir de nivel una vez finalizado el castigo, y recompensa a sus amigos permitiéndoles habitar en el cinco estrellas superior todo incluido del Paraíso, donde el ocio supremo consiste en cantar himnos, sonreír y mirar y alabar al patrón y al resto de encargados, lo cual provoca una satisfacción equiparable a sujetar la bola de El dormilón de Woody Allen en los involucrados y una sensación de jocosa estupefacción en el lector (por no hablar de sus connotaciones idólatras y alienantes... está claro que a este dios le gustan los pelotas). Esta última parte es la más alienígena y aburrida, mientras que la primera es imaginativa y actual y la segunda tiene partes muy buenas pese a un comienzo un tanto cargante.
Lo que no es simple es la forma (versos endecasílabos con rima consonante, muy logrados) ni las múltiples y cultas referencias a gentes, sucesos, lugares y teorías de todo tipo (gracias, notas), especial y sospechosamente del entorno de Dante, eso sí: abundan los florentinos y relacionados, cayendo en un lado u otro conforme a la consideración del artista por ellos. La lectura debe ser atenta y, en mi caso, espaciada para evitar la saturación. Algunas descripciones son difíciles de imaginar, sobre todo las espaciotemporales basadas en la superada astronomía de la época y en la extraña geografía del mundo creado por el escritor y su relación con el real. Ya el mero hecho de leer en verso tantas páginas puede resultar abrumador para los neófitos... Menos mal que está bien escrito y es interesante, tanto por el contenido (unos pasajes más que otros) como por contemplar el resultado de una empresa tan laboriosa llevada a cabo a principios del siglo XIV (los entendidos se sentirán como los privilegiados sentados a la vera del señor en los últimos cantos de la obra).
A mí me ha gustado, a pesar del esfuerzo, y he aprendido bastantes cosas en el proceso (se me olvidarán en breve, pero bueno...). Me queda la impresión de la inmensa complejidad del universo de la Comedia, compartido por otros autores como si de un inmenso Silmarillion comunal y místico se tratara, y la pesadumbre de que muchas personas creen que lo descrito es cierto y dedican su vida a seguir unas reglas absurdas que se contradicen a sí mismas y varían según el punto de vista del gerifalte de turno.
Lo que no es simple es la forma (versos endecasílabos con rima consonante, muy logrados) ni las múltiples y cultas referencias a gentes, sucesos, lugares y teorías de todo tipo (gracias, notas), especial y sospechosamente del entorno de Dante, eso sí: abundan los florentinos y relacionados, cayendo en un lado u otro conforme a la consideración del artista por ellos. La lectura debe ser atenta y, en mi caso, espaciada para evitar la saturación. Algunas descripciones son difíciles de imaginar, sobre todo las espaciotemporales basadas en la superada astronomía de la época y en la extraña geografía del mundo creado por el escritor y su relación con el real. Ya el mero hecho de leer en verso tantas páginas puede resultar abrumador para los neófitos... Menos mal que está bien escrito y es interesante, tanto por el contenido (unos pasajes más que otros) como por contemplar el resultado de una empresa tan laboriosa llevada a cabo a principios del siglo XIV (los entendidos se sentirán como los privilegiados sentados a la vera del señor en los últimos cantos de la obra).
A mí me ha gustado, a pesar del esfuerzo, y he aprendido bastantes cosas en el proceso (se me olvidarán en breve, pero bueno...). Me queda la impresión de la inmensa complejidad del universo de la Comedia, compartido por otros autores como si de un inmenso Silmarillion comunal y místico se tratara, y la pesadumbre de que muchas personas creen que lo descrito es cierto y dedican su vida a seguir unas reglas absurdas que se contradicen a sí mismas y varían según el punto de vista del gerifalte de turno.