El portal de los obeliscos
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De trama más sosegada y convencional que la primera parte, va desvelando muchos secretos, sembrando otros y complicándolo todo: la orogenia, la Estación, la visión de las distintas razas, la situación de los personajes... Ah, estos siguen siendo profundos y carismáticos (aunque Essun cede terreno en favor de otros desde mi punto de vista), y sus relaciones, emocionantes y creíbles. El mundo que ha creado Jemisin no pierde un ápice de fuerza y continúa entrelazándose con los acontecimientos de forma ejemplar. A pesar de ser una novela de transición que prepara el desenlace de la trilogía, y tener por ello algunas peculiaridades como la falta de novedad y una historia más contenida, es otra lectura absorbente y conmovedora que está casi a la altura de la anterior.
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[No sigas si no has leído el libro:
a partir de aquí desvelo el argumento]
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Me han parecido muy conseguidas las reflexiones de Essun sobre sus sentimientos hacia Alabastro; los pensamientos de Schaffa, incluso más (al principio pensé que al pasar por eso de «ceder», la cosa se iba a ir de madre, pero se convierte en alguien mucho más interesante). Las tensas escenas de la encontrada Nassun con él, su padre y Acero mientras va aprendiendo a manejar su poder dejan entrever el secreto de los Guardianes y, junto con las revelaciones de Hoa y los descubrimientos de Alabastro al otro lado del mundo, la verdadera naturaleza de los Comepiedras y la función de los obeliscos. Aparecen dos bandos y todo apunta a que se van a enfrentar madre e hija... Vamos, que la intriga está servida y la espera para leer el tercer libro se me va a hacer larga.