El bosque oscuro
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Lo mejor del libro son las ideas (como en los viejos tiempos), las nuevas tecnologías de un futuro bastante creíble y el análisis de cómo actuaría la humanidad ante los retos que plantea el escritor. Me siguen sin convencer los personajes, que son simples fuentes de información para el lector, y la forma de escribir, errática y poco natural. En la línea del primero, vamos, aunque me parece en general más interesante (pasado el primer tercio, eso sí) y los defectos, más notorios.
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[No sigas si no has leído el libro:
a partir de aquí desvelo el argumento]
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La teoría del bosque oscuro como solución a la paradoja de Fermi es muy buena; solo tengo una ligera pega y es que no me termino de creer que siempre tenga que cumplirse: no veo tan lógico que toda civilización avanzada «deba» destruir a la primera que vea y ocultar su existencia a las demás porque la supervivencia es lo importante, el crecimiento de la vida exponencial, los recursos limitados y, ¡eh!, que si no lo haces tú lo harán ellos porque nadie puede estar seguro de nada... Es una minucia, porque funciona perfectamente en la novela y es la base de toda la trilogía.
No funcionan tan bien las situaciones sentimentales ni las místico-religiosas, que me parecen impostadas y algunas hasta ridículas. Ojito a la descripción de la mujer que Shi Qiang acaba «encontrándole» a Luo Ji, por ejemplo, y a la posterior relación de este con ella, absurda y más larga para el lector que un día sin pan (casi me da algo cuando me di cuenta de que no había ningún tipo de ironía de por medio). También hay paridas sobre las que es mejor pasar de puntillas: el Vallado de las naves suicidas visitando a Bin Laden; el venezolano muerto por «el pueblo» en una escena disparatada mezcla de La vida de Brian con el espíritu de Kurt Vonnegut; los intentos mortadélicos del virus «Homicida 5.2» para matar a Luo Ji... y alguna incoherencia como llevar confiadamente todas las naves a darle la bienvenida a la gota (suspenso en primero de Guerra espacial).
Por suerte, la especulación científica es buena y la trama también, con unos saltos temporales que contribuyen a crear intriga y a sorprender al lector y momentos emocionantes (la deserción de Beihai y su huida con las otras cuatro naves, la gota acercándose a nuestro planeta sin que se sepa su verdadero objetivo o el truco de Luo Ji para forzar el pacto con los Trisolarianos, entre otros). El final cierra el principal tema del argumento de forma satisfactoria y remata un libro típico del género con conjeturas científicas atrayentes.
No funcionan tan bien las situaciones sentimentales ni las místico-religiosas, que me parecen impostadas y algunas hasta ridículas. Ojito a la descripción de la mujer que Shi Qiang acaba «encontrándole» a Luo Ji, por ejemplo, y a la posterior relación de este con ella, absurda y más larga para el lector que un día sin pan (casi me da algo cuando me di cuenta de que no había ningún tipo de ironía de por medio). También hay paridas sobre las que es mejor pasar de puntillas: el Vallado de las naves suicidas visitando a Bin Laden; el venezolano muerto por «el pueblo» en una escena disparatada mezcla de La vida de Brian con el espíritu de Kurt Vonnegut; los intentos mortadélicos del virus «Homicida 5.2» para matar a Luo Ji... y alguna incoherencia como llevar confiadamente todas las naves a darle la bienvenida a la gota (suspenso en primero de Guerra espacial).
Por suerte, la especulación científica es buena y la trama también, con unos saltos temporales que contribuyen a crear intriga y a sorprender al lector y momentos emocionantes (la deserción de Beihai y su huida con las otras cuatro naves, la gota acercándose a nuestro planeta sin que se sepa su verdadero objetivo o el truco de Luo Ji para forzar el pacto con los Trisolarianos, entre otros). El final cierra el principal tema del argumento de forma satisfactoria y remata un libro típico del género con conjeturas científicas atrayentes.