Frankenstein
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Yo he sido de los que se han resistido a leerla (aunque en algunas partes tenía la impresión de haberlo hecho de joven... creo que me confundo al ser tan conocido el relato), y ya terminada, confirmo la sinopsis: es más que una simple novela de terror científico por el drama del monstruo, que por cierto es lo mejor del libro, y sus intervenciones, las más interesantes.
El estilo difiere de mis lecturas habituales; acabé acostumbrándome, pero me pareció un poco afectado y monótono; además, no hay diferencia entre los personajes, todos hablan igual de enrevesadamente bien y cacarean dos párrafos para decir lo que cabe en una línea. Y hablando de los personajes... excepto la criatura, me parecieron estereotipos sin mucha personalidad (y el protagonista es para darle de comer aparte). Por otro lado, la historia es magnífica, tiene pasajes muy logrados y se lee en un suspiro; merece la pena más allá del interés histórico, al menos esta versión de 1818.
En resumen: va al saco de los clásicos que no defraudan, aunque como referente en el reino del terror, y a falta de releerlo, me sigo quedando con Drácula.
El estilo difiere de mis lecturas habituales; acabé acostumbrándome, pero me pareció un poco afectado y monótono; además, no hay diferencia entre los personajes, todos hablan igual de enrevesadamente bien y cacarean dos párrafos para decir lo que cabe en una línea. Y hablando de los personajes... excepto la criatura, me parecieron estereotipos sin mucha personalidad (y el protagonista es para darle de comer aparte). Por otro lado, la historia es magnífica, tiene pasajes muy logrados y se lee en un suspiro; merece la pena más allá del interés histórico, al menos esta versión de 1818.
En resumen: va al saco de los clásicos que no defraudan, aunque como referente en el reino del terror, y a falta de releerlo, me sigo quedando con Drácula.
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[No sigas si no has leído el libro:
a partir de aquí desvelo el argumento]
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El protagonista, Victor Frankenstein, es un joven en teoría inteligente, aunque en realidad solo sabe hacer tonterías, quejarse y causar problemas a los demás: primero crea a la criatura y no se lo cuenta a nadie, lo que termina con la muerte de su hermano (no es consecuencia directa, la verdad, pero se la apunto); sigue sin decir nada y deja que maten a Justine; más tarde, no le hace una novia al bicho después de prometérselo porque se arrepiente y piensa que sería una atrocidad, por lo que aquel mata a su colega Clerval; sigue calladito y cree que le matará a él en su noche de bodas (a pesar de que acaba de matar a su amigo y le ha dicho que iba a hacer de su vida un infierno... en fin), así que muere Elizabeth... y de paso su padre (esto le evita confesar y quedar como un imbécil; muy apropiado). Y además es un niño pijo repipi e inmaduro que se pone enfermo si recuerda cualquier hecho un poco trágico. Vamos, que el motor de la historia es su estupidez y no le tengo mucha simpatía; su versión anciana mejora bastante (no era muy difícil).
De los demás personajes, que por lo menos no dan tanto la tabarra, me pareció curiosa la reacción de Elizabeth cuando van a condenar a Justine a muerte: se siente mejor cuando confirma su inocencia; la van a matar, pero a ella le consuela descubrir que la pobre chica es, como ella siempre había creído, de verdad amable y buena porque no ha cometido el crimen... mentalidad cristiana de otra era, supongo. Al hilo de esto, los sentimientos nobles y la ingenuidad están bastante exagerados: parecen Flanders, y lo dejan claro en cada ocasión que se les presenta. De hecho, hay diálogos que suenan a teatro puro («¿Cómo podré volver a creer jamás en la bondad humana? Justine, a quien amaba y apreciaba como a una hermana, ¿cómo pudo ofrecernos esas sonrisas solo para traicionarnos después? Sus dulces ojos parecían incapaces de enfadarse o estar de mal humor y, sin embargo, ha cometido un asesinato»). Bueno, también tienen su aquel las declamaciones decimonónicas...
Y para terminar: de miedo, nada. Sí, ha llovido mucho desde su publicación, pero también es debido al lenguaje distante (hay sentimientos porque lo dicen; no porque se noten) y a la falta de tensión y de algo «monstruoso» (los asesinatos los podría haber hecho cualquiera sin ser un engendro: unos estrangulamientos bastante asépticos y sin testigos). Por supuesto, esta impresión es subjetiva, y la literatura de terror lo puede ser más o menos según el lector.
De los demás personajes, que por lo menos no dan tanto la tabarra, me pareció curiosa la reacción de Elizabeth cuando van a condenar a Justine a muerte: se siente mejor cuando confirma su inocencia; la van a matar, pero a ella le consuela descubrir que la pobre chica es, como ella siempre había creído, de verdad amable y buena porque no ha cometido el crimen... mentalidad cristiana de otra era, supongo. Al hilo de esto, los sentimientos nobles y la ingenuidad están bastante exagerados: parecen Flanders, y lo dejan claro en cada ocasión que se les presenta. De hecho, hay diálogos que suenan a teatro puro («¿Cómo podré volver a creer jamás en la bondad humana? Justine, a quien amaba y apreciaba como a una hermana, ¿cómo pudo ofrecernos esas sonrisas solo para traicionarnos después? Sus dulces ojos parecían incapaces de enfadarse o estar de mal humor y, sin embargo, ha cometido un asesinato»). Bueno, también tienen su aquel las declamaciones decimonónicas...
Y para terminar: de miedo, nada. Sí, ha llovido mucho desde su publicación, pero también es debido al lenguaje distante (hay sentimientos porque lo dicen; no porque se noten) y a la falta de tensión y de algo «monstruoso» (los asesinatos los podría haber hecho cualquiera sin ser un engendro: unos estrangulamientos bastante asépticos y sin testigos). Por supuesto, esta impresión es subjetiva, y la literatura de terror lo puede ser más o menos según el lector.