El mundo sumergido



  • Leído en: 2010.
  • Título original: The Drowned World.
  • Escritor: J. G. Ballard.
  • Género: Ciencia ficción.
  • Año de publicación: 1962.
  • Sinopsis: Mares, pantanos y lagunas cubren la mayor parte de la Tierra. El aumento de la temperatura ha propiciado un clima tropical, de manera que la flora y la fauna proliferan de forma extraordinaria y el mundo parece volver al Triásico. Los pocos humanos deben desplazarse en embarcaciones y subsistir con los escasos restos de la civilización que pueden encontrar en los pisos más altos de los rascacielos ahora sumergidos. Viven continuamente amenazados por animales, insectos y enfermedades, que ahora son difíciles de combatir. En este mundo, Kerans intenta sobrevivir, aunque muchas veces parece más el aliado que el enemigo de una naturaleza que intenta eliminar al hombre. Sin embargo, más allá de la aventura, el desarrollo psicológico de los personajes encuentra su reflejo en imágenes maravillosas y sorprendentes, pues la lucha se plantea también dentro de cada persona y entre ellas, porque el infortunio común no es obstáculo para seguir con envidias, rivalidades y egoísmos.


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    Tras un par de intentos, he terminado mi primera lectura de Ballard, y no ha sido tan satisfactoria como esperaba. Para ser una historia lenta, la psicología de los personajes y ellos mismos son demasiado superficiales, y sus motivaciones, muy ambiguas; el desarrollo es monótono y simple, y hay demasiadas coincidencias y sucesos que resultan increíbles. Lo destacable, quitando las referencias cultas que seguro me he perdido y el atractivo punto de partida, son las descripciones, tanto del mundo como de los sueños, y lo de la memoria ancestral, aunque tenga poco recorrido y sea una idea fantasiosa. Esto y el estilo me han dejado con ganas de encontrar un libro suyo donde profundice en las propuestas y estas estén mejor acompañadas, porque esta novela me ha parecido bastante descafeinada.


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    [No sigas si no has leído el libro:
    a partir de aquí desvelo el argumento]

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    Los sueños de Kerans están entre las partes más logradas, detallados con un lenguaje que trasmite muy bien la sensación de ensoñación. Cuando está despierto, sin embargo, lo común son situaciones insípidas (que si quiero irme, que si no, que si sí...), extrañas (muchas de las de Beatrice o Bodkin) o directamente absurdas (iguanas y caimanes amaestrados persiguiendo a la gente). Por suerte, también están el descenso a la sala de cine sumergida (una escena buenísima) y la disertación medianamente interesante pero desfasada sobre la caída en los recuerdos del cuerpo a un estado de consciencia distinto, entre otros pasajes.