Miedo en el cuerpo



  • Leído en: 2020.
  • Escritor: VV.AA.
  • Género: Terror.
  • Año de publicación: 2012.
  • Sinopsis: En estos 25 años de vida ,Valdemar ha editado más de 1000 relatos de terror, de modo que podemos afirmar que una de nuestras principales labores como editorial ha sido «meter miedo en el cuerpo» de nuestros lectores. Así pues, hemos querido festejar este acontecimiento con una antología que amplíe las ya aparecidas: Felices Pesadillas (2003) y Malos Sueños (2004). Para elaborar Miedo en el cuerpo (2012) nos hemos centrado preferentemente en historias y autores publicados en los últimos años, tomando como punto de partida a uno de los autores fetiche de Valdemar: Edgar Allan Poe. Bram Stoker, Francis Marion Crawford, Robert W. Chambers, H.P. Lovecraft, Robert E. Howard, Clark Ashton Smith, Robert Bloch o Thomas Ligotti, entre otros, mostrarán al lector un panorama más actual del género de terror, convirtiendo esta antología conmemorativa en un complemento idóneo a las dos selecciones publicadas con anterioridad. Estamos convencidos de que los relatos de terror son como drogas personalizadas que estimulan los códigos de nuestros miedos más secretos y trazan un mapa de nuestras pesadillas. Con Miedo en el cuerpo esperamos trazar uno más de los múltiples mapas de las tinieblas. Bienvenidos al lado oscuro.


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    Este «Felices pesadillas 3 encubierto», como la propia editorial lo define en el prólogo, es ciertamente heredero del espíritu del primero y de su continuación y de nuevo trae una sugerente variedad de narraciones más o menos terroríficas entre las que destacan «El modelo de Pickman» y «El pequeño asesino», como era previsible, y también «El conde Magnus», «El signo amarillo», «Negotium perambulans», «La nave abandonada» y «Los perros de Tíndalos». Las antologías como estas no pueden ser perfectas, pero es un gusto que existan.


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    [No sigas si no has leído el libro:
    a partir de aquí desvelo el argumento]

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  • «El hombre de la multitud», de Edgar Allan Poe - 7. Buena traducción y, curiosamente, unos párrafos más que en la edición típica...

  • «El ojo invisible o el albergue de los tres ahorcados», de Erckmann-Chatrian (Émile Erckmann y Alexandre Chatrian) - 7. Mi segunda vez con estos escritores ha sido mucho más satisfactoria, porque en este caso el argumento está a la altura de la ambientación y el estilo (y yo, tal vez, menos quisquilloso con las incongruencias).

  • «Desapariciones misteriosas», de Ambrose Bierce - 7. Anécdotas curiosas y una explicación científica (o casi) del fenómeno. ¿Caería el autor también en el espacio no euclídeo?

  • «La casa del juez», de Bram Stoker - 7. «Joven rebelde...». La excesiva confianza en la razón se tambalea ante la realidad del terror; un argumento típico aderezado con alguna sorpresa y un desarrollo conseguido.

  • «El Horla (primera versión)», de Guy de Maupassant - 6. La idea es cautivante, y algunos pasajes, lo mismo. No obstante, no me transmite la ansiedad del protagonista ni me termina de convencer la historia, no sé si por el aire tan «científico» o por (creo) un cierto descuido en la redacción, como repeticiones de palabras (¿la traducción o el escritor?), o por varias situaciones, teorías y deducciones muy inocentes hoy en día. De joven me leí la otra versión y tampoco me impresionó... veremos en una segunda lectura cuando me ponga con su antología de Valdemar.

  • «El sótano de la plaga», de Robert Louis Stevenson - 6. Lo mejor es cómo está contado; la trama es corriente y no me atrae en exceso.

  • «El fabricante de monstruos», de W.C. Morrow - 6. El monstruo es de los que no se olvidan. El resto, más normalito y trillado, y también eficaz.

  • «La sonrisa muerta», de Francis Marion Crawford - 4. Gente que no se asombra de que haya una banshee por ahí suelta, una maldición estúpida, la falta de comunicación como motor de la trama y dos enamorados raritos con un «ay, dios mío, somos hermanos» de postre regalado absurdamente por el malo malísimo para evitar el eterno sufrimiento de las dos madres de la pareja. Anticuadillo y algo tonto, diría yo.

  • «Historia verdadera de un vampiro», del conde Eric Stanislaus de Stenbock - 5. Narración mecánica y corriente que parece un homenaje a los clásicos (el vampiro es un conde, su víctima es del mismo sexo y Carmela suena mucho a Carmilla) y entretiene sin sobresaltos.

  • «La mujer lobo», de Clemence Housman - 7. Me sobra tanto cristianismo, un poco de afectación y, sobre todo, el desenlace con Sweyn yendo a por su hermano mientras comprende casi mágicamente sus verdaderas intenciones y lo bueno que era (como Yisus hasta en la postura, mira tú por dónde). El resto es notable: los personajes («Piel Blanca», un niño llamado Rol), la forma, las descripciones y, especialmente, la persecución por la nieve.

  • «El conde Magnus», de M.R. James - 8. Otro cuento sutil de este autor, y de nuevo da gusto leerle.

  • «La pirámide resplandeciente», de Arthur Machen - 5. En cambio el Machen este... me decepciona por segunda vez. El encanto de antiguos horrores ocultos que aún perviven y podemos entrever se difumina en un tono frío, una trama inverosímil con una especie de detective reservado que lo sabe todo y un amigo cortito y explicaciones postreras excesivas.

  • «El valle de la muerte», de Ralph Adams Cram - 6. Buen argumento, atmósfera lograda, extensión justa... Podría haberme encantado si no fuera por un par de detalles incongruentes: que el valle sea tan fácil de encontrar para cualquiera (¿tan cerca del pueblo y no es conocido ni hay rumores ni leyendas?, ¿mandan tranquilamente a los guajes solos por ahí cerca y lo descubren ellos?) y las órdenes fallidas al lector de sentir cada vez más miedo siguiendo al protagonista (algo así: oyó un ruido y se le heló la sangre; luego vio el paisaje desolado y el horror que le invadió fue casi insoportable; entonces sintió la ausencia de vida y la angustia creció aún más en su interior; en ese instante se dio cuenta de que se había dejado en casa el bocata de mortadela y...).

  • «El signo amarillo», de Robert W. Chambers - 8. Será la traducción o lo he leído en el momento adecuado, pero ha ganado en intensidad y significado comparado con mis anteriores lecturas en Los Mitos de Cthulhu. Muy claro antecesor del Necronomicón ese El rey de amarillo, por cierto.

  • «La marca de la bestia», de Rudyard Kipling - 7. Entretenido relato, un tanto previsible, sobre la venganza de los fieles de un culto extraño por una profanación de su muñeco de madera en el cual me resultan tan exóticas las costumbres de los colonos ingleses como las de los indios.

  • «Negotium perambulans», de E.F. Benson - 8. Otro precursor de Lovecraft: un pueblo aislado con costumbres extrañas, un ser ancestral (si bien con una finalidad más «humana» en comparación), protagonista narrador, ambiente inquietante... Preferiría una mayor inclinación hacia el horror y un desenlace no tan abrupto; aun así, notable historia.

  • «Un profesor de egiptología», de Guy Boothby - 6. Como una película antigua de intriga y terror para todos los públicos ambientada en Egipto.

  • «La nave abandonada», de William Hope Hodgson - 8. Otro de mohos del Hodgson, como el de «Una voz en la noche», aunque menos inquietante y sutil, más aventurero. El estilo del autor y su capacidad de crear un ambiente vívido siempre me agradan, y la narración es excelente a pesar de alargarse un poco la parte a bordo del barco fungoso. Resulta interesante la teoría del doctor, y se entiende su frustración por no haber podido conocer la condiciones originales en las cuales se creó esa vida.

  • «Tigresa», de David H. Keller - 6. La agilidad y el misterio no hacen olvidar la actitud artificial de los personajes (como los carabinieri o quienes sean obedeciendo al protagonista) ni otros problemas de la trama (por ejemplo, le dice el nuevo dueño a la «tigresa» que quiere la llave para abrir la puerta del sótano y esta le pide que si eso se espere al domingo para entrar... pfff); un thriller muy pulp.

  • «Muerte de un dios», de Henry S. Whitehead - 5. Excesivamente rocambolesco y con una base inverosímil: ¿cómo reconocen los negros haitianos a un dios de visita en el cuerpo de una persona? Aparte de que los poseídos son generalmente, por causa desconocida, viejos, mujeres, niños y retrasados, no gente «normal», claro, y los blancos son más listos y dignos y un cirujano le extirpa un dios a un paciente y nunca lo cuenta a pesar de tenerlo ahí guardado en un tarro.

  • «La señora Lunt», de Hugh Walpole - 6. Cuentecillo de terror sin nada especial pero entretenido.

  • «El modelo de Pickman», de H.P. Lovecraft - 9. Llegó el maestro. Tensión creciente, verosimilitud, atmósfera opresora y un desenlace cuidado. No creo que lo igualen.

  • «El jardín de Adompha», de Clark Ashton Smith - 6. Demasiado adorno y escasa miga para suplir tan poca lógica. Las cosas pasan porque sí en esta especie de colorida leyenda donde hay magia demoniaca, brujos y reyes y fíjate la cabeza cómo se injerta sola después de muerta, qué conocimientos de jardinería tan asombrosos y automáticos...

  • «Los perros de Tíndalos», de Frank Belknap Long - 8. Estupendo argumento y buen desarrollo; lo de los enzimas y demás, no tanto. El yeso que se cae con el terremoto y deja ángulos por donde entran los (putos) perros es una imagen con fuerza, y que puedan rastrearte en cualquier parte da acojone. La chorrada de escribir «Aaaaah» cuando va a morir me hizo gracia por lo cutre y porque me recuerda al sketch del castillo de Aaargh.

  • «Los moradores bajo la tumba», de Robert E. Howard - 5. Mi quinta vez con Howi y no mejora el asunto... No puedo con los adjetivos horripilantes aplicados aleatoriamente y sin motivo (oscuridad demoniaca, laderas repulsivas), los diálogos artificiales, las explicaciones increíbles de teorías absurdas (muy conveniente que la última entrada del diario aclare completamente todo a los personajes y al lector, confesión de asesinato incluida; y lo de la degeneración es una chorrada mal utilizada... no me parece más creíble que los vampiros ni por asomo), el estilo descuidado ni las casualidades y tonterías (el viejo derrochador hace un plan de la hostia... y su éxito depende totalmente de que su hermano vaya sin compañía a su tumba a buscarle; uno de los degenerados sube, le da un susto de muerte al avaro y se vuelve para abajo, supongo, pero después el resto persigue a los dos colegas a ver si se los cargan porque serán skinheads o fundamentalistas religiosos o algo parecido; «No puedo describirlo con palabras humanas»... andaaa). Es un relato ágil, tiene un trasfondo atractivo y puede causar intranquilidad; sin embargo, los contras pesan más para mí.

  • «La chica de los ojos hambrientos», de Fritz Leiber - 7. Uno de vampiros fuera de lo común y lo cuenta bien el Leiber, con suspense y misterio... y convencionalismos arcaicos.

  • «El horror de Salem», de Henry Kuttner - 7. Hombre, Henry, una mano arrugada en forma de garra no me va a asustar después de una momia y un ser primordial ameboide... y como despedida, en cursiva y entre signos de exclamación es casi risible. Por lo demás, una lectura muy de Los Mitos y que tiene su aquel.

  • «El demonio negro», de Robert Bloch - 6. De temática y desenlace similar al anterior (sin cursiva ni exclamaciones «terroríficas»), no tiene la tensión de aquel ni sorpresas, aunque sí muchas referencias lovecraftianas a libros, dioses, lugares y escritores.

  • «El pequeño asesino», de Ray Bradbury - 9. Intriga, humor y ese deje melancólico típico del autor en uno de los mejores cuentos de la colección.

  • «Los hijos de Noah», de Richard Matheson - 7. Narración notable con ciertos detalles estúpidos (la ropa grande, los indígenas de piel morena, el desayuno perfecto, la habitación-horno); algo primigenio habría molado más.

  • «El prodigio de los sueños», de Thomas Ligotti - 6. ¿Por qué las historias de este hombre me resultan tan asépticas y mecánicas? No escribe mal y tiene ideas curiosas, pero no consigue emocionarme y siempre le leo con una sensación de artificio y lejanía, como si estuviera reescribiendo los clásicos del pulp y en su afán de intentar modernizar el lenguaje y mejorar la coherencia argumental se dejara el misterio y la autenticidad por el camino.

  • «Compañeras de labor», de Alan Moore - 6. Sin ser malo, se queda a medias en todo.

  • «El pecio de la muerte», de John B. Ford y Simon Clark - 8. Un homenaje a Hodgson bastante logrado excepto quizá en el ambiente, no tan evocador, pero lo suple con una buena trama, dinámica y sin altibajos.

  • «¡Levantaos!», de Jay Alamares - 6. Disparatado, con algunas gracias que no siempre funcionan y un par de observaciones certeras. Lo del Manson no lo entiendo; hay mucha fijación con ese subnormal por lo que veo.

  • «El Fin del Mundo tal como lo conocemos», de Dale Bailey - 6. Tibia y entretenida desmitificación de los distintos tipos de historias sobre el fin del mundo.