Leído en: 2020.
Título original: Zothique.
Escritor: Clark Ashton Smith.
Género: Fantasía, terror.
Año de publicación: 1970 (relatos: de 1932 a 1953).
Sinopsis: Zothique, el último continente (1932-1937), reúne los dieciséis relatos ambientados en el mundo imaginario de Zothique. Según Lin Carter, «C.A. Smith concibe Zothique como el último continente de la Tierra en un futuro muy distante en el que el sol se ha oscurecido, el mundo ha envejecido y feroces mares han engullido el resto de los continentes. Las ciencias han sido olvidadas con el devenir de los siglos; las oscuras artes de la brujería y la magia han resurgido. El resultado es un mundo oscuro de misterios ancestrales donde reyes lujuriosos y depravados y héroes vagabundos exploran y viven aventuras en paisajes tenebrosos, luchando con fuerza y sabiduría contra poderosos nigromantes y dioses extraños, bajo un sol moribundo».
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Los relatos son en general evocadores y exóticos (amalgama de distintas influencias), están narrados con un estilo recargado bastante conveniente y parecen fábulas tradicionales en clave de fantasía oscura. El principal problema que he tenido con ellos han sido las ocasionales incongruencias, no solo de la trama (a veces una locura pulp de flipar o una acumulación de escenas guays sin excesivo rigor), sino del mundo, de la ambientación: detalles que se podrían haber perfeccionado o simplemente corregido de haberse documentado mejor o esmerado más el escritor; si están a propósito para desempeñar alguna ignota función, en mi caso solo han realizado la de lastre para disfrutar plenamente de la lectura; eso sí, uno pequeño, porque no me han disgustado en cuanto me he dejado llevar, en parte por la imaginación del autor (por momentos exagerada) y también por lo atípico de las historias en comparación con la literatura fantástica corriente de hoy en día: no son ni épicas ni bonitas, no hay lucha entre el Bien y el Mal ni héroes (ni antihéroes) que se salen con la suya y mezcla el terror (continuamente) e incluso la ciencia-ficción (para la época y cogida con pinzas) sin aspavientos. Lo cual no significa que la antología sea perfecta; por el contrario, es irregular, aunque sin extremos, ya que la mayoría de los cuentos oscilan entre decentes y entretenidos excepto dos («Nigromancia en Naat», muy bueno, y «El abad negro de Puthuum», corrientucho), y pierde fuerza al no estar cohesionado el conjunto más allá del hecho de desarrollarse en un mismo lugar. Me deja con el deseo de un libro donde el Clark pula las imperfecciones y dé a los argumentos y personajes un extra de profundidad.
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[No sigas si no has leído el libro:
a partir de aquí desvelo el argumento]
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«Zothique» - 6. Como poema, normalito; como introducción para dar ambiente, algo mejor.
«Xeethra» - 7. Notable historia rebajada por chorradas como que el granito se torne en pizarra por el calor del sol o que uno viaje hacia el este unas semanas y cambie la disposición de las estrellas en el cielo.
«Nigromancia en Naat» - 8. Madre mía qué desenlace... delirante es decir poco (recuerda al del relato de Balzac «El elixir de larga vida» por la cabeza dando mordiscos).
«El imperio de los nigromantes» - 6. Eso de «recordarle» un nigromante a otro cosillas de sus artes es un truco malillo, Clark; y más si encima es algo que acababa resultando falso sin ningún motivo aparte de la casualidad. Y que el sol sea débil y al mismo tiempo enorme y abrasador tampoco mola.
«El señor de los cangrejos» - 6. Un poco chorras cómo lo matan; además, es de los menos currados.
«La muerte de Ilalotha» - 6. Trae a la memoria a Geralt de Rivia... descafeinado.
«El tejedor de la cripta» - 6. Aventurilla con monstruo ligeramente apresurada.
«La brujería de Ulua» - 6. Es preferible convertirse en eremita que darse al vicio mujeril y morir en un terremoto, sí...
«El Dios carroñero» - 7. Me ha sorprendido, y tiene pocos defectos de los típicos (haberlos haylos: no acordarse el protagonista de lo terrible del sitio y luego sí; los servidores que se llevan a una catatónica y no se dan cuenta...) y su buena intriga.
«El oscuro Eidolon» - 7. Extenso, y uno de los más logrados.
«Morthylla» - 6. Entre lo lírico y lo macabro, se nota a medio hacer.
«El abad negro de Puthuum» - 5. Al final muere el negro... Este, por desgracia, tiene casi todas las características que menos aguanto del pulp.
«El engendro de la tumba» - 7. Es tan entretenido que se le perdona lo esquemático y la escasez de sorpresas.
«El último jeroglífico» - 6. Que en la última etapa de la Tierra a los negros se les compre como esclavos (y, según se ve en otros cuentos, suceda igual con las mujeres) parece tan poco probable y lúcido como ese sol mortecino semejante a una brasa que a la vez da una luz de la hostia en según qué zonas... una elección sospechosa y facilona. «Mouzda [llamó así al negro el protagonista; significa "oscuridad", qué poético] y el perro Ansarath, con la intuición propia de las criaturas mudas, podían sentir la inquietud de su señor», porque los animales ya sabemos cómo son, claro. Cambiando de tema, al terminarlo se ve que la grandiosidad de lo sucedido está reñida con la insignificancia del astrólogo y la falta de algo sustancial que cause los acontecimientos, lo cual me hace pensar en lo de siempre: tendría talento para las descripciones sugerentes y cierta creatividad, pero no da la impresión de que cuidara la escritura más allá de lo «bonito», especialmente en cuanto a los pormenores del argumento se refiere.
«La Isla de los Torturadores» - 7. Me ha recordado a Kalpa imperial como fábula fantástica en un mundo singular, sin tanto rollo aunque también más simple. El final resulta predecible, y adecuado, y es un poco azaroso todo el asunto.
«El jardín de Adompha» - 6. Demasiado adorno y escasa miga para suplir tan poca lógica. Las cosas pasan porque sí en esta especie de colorida leyenda donde hay magia demoniaca, brujos y reyes y fíjate la cabeza cómo se injerta sola después de muerta, qué conocimientos de jardinería tan asombrosos y automáticos...
«El viaje del rey Euvoran» - 7. Pese a varias situaciones desconcertantes, está bastante bien este cuentecillo aventurero.