Octubre: La historia de la Revolución Rusa



  • Leído en: 2018.
  • Título original: October: The Story of the Russian Revolution.
  • Escritor: China Miéville.
  • Género: Historia, no ficción.
  • Año de publicación: 2017.
  • Sinopsis: En febrero de 1917, Rusia era una monarquía atrasada y autocrática enfangada en una guerra impopular; y en octubre, después de no una sino dos revoluciones, se había convertido en el primer Estado de los Trabajadores, pugnando por colocarse en la vanguardia de la revolución global. ¿Cómo tuvo lugar esta inimaginable transformación? En una visión panorámica, desde San Petersburgo y Moscú hasta las aldeas más remotas de un imperio inabarcable, Miéville desvela las catástrofes, intrigas y fenómenos inspiradores de 1917 en toda su pasión, dramatismo e incluso extrañeza. Afrontando los debates clásicos, pero narrado también para el lector que se asoma por primera vez a esta temática, esta es una asombrosa historia de la humanidad en su punto más grandioso y más desesperado; un antes y después civilizatorio que todavía reverbera hoy en día.


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    Este emocionante resumen de la Revolución Rusa de 1917, de solo 360 páginas, sirve como introducción y para reflexionar sobre los principios e implicaciones del más interesante acontecimiento politicosocial de los últimos siglos. Pese a contar hechos históricos, es ameno e intrigante, salvo en algunas partes un poco confusas donde se requiere algo de esfuerzo a causa de tantos comités, facciones, nombres... La narración se centra en los sucesos y tejemanejes que hicieron posible la victoria en Petrogrado; debido a esto y a su brevedad, otras circunstancias como los debates ideológicos, la Segunda Guerra Mundial, las vidas de Lenin, Trotski y demás protagonistas o cómo fue la Revolución en otros lugares se tratan de forma superficial cuando es necesario (menos mal; si no, la obra tendría el triple de extensión... para ampliar la información sobre estos temas y la Revolución en sí, hay una detallada bibliografía al final). Dice el autor en el prólogo que si bien no pretende ser neutral, ha intentado ser justo, y a mí me lo ha parecido, y el libro, como cualquiera de Miéville, un acierto.


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