Guerra Mundial Z
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El libro se presenta como una «historia oral de la guerra zombie», la cual ha sucedido de verdad, donde el escritor hace de periodista y habla con los supervivientes. Al saber el desenlace (hemos ganado), se centra en temas técnicos, políticos y estratégicos de la guerra y deja la sorpresa y la tensión para las breves historias de cada entrevista. En lo primero hay algunos aciertos, como maneras ingeniosas de acabar con los zombis o problemas no tan evidentes que podrían surgir. Lo segundo lo consigue en pocas ocasiones porque el estilo es pobre y se basa en la simple exposición de hechos, sin sutilezas ni personajes bien construidos. Debido a esto, a lo repetitivo de la estructura y de las mismas entrevistas, y al diverso interés de estas últimas, no considero buena idea leerlo de una sentada.
Los relatos pecan de un excesivo detalle en lo tecnológico, y al no compartir arco argumental, se tiene la sensación de estar leyendo un batiburrillo de testimonios escogidos sin un criterio particular. En ellos descubre uno que los rusos son unos hijos de puta, los chinos, no muy simpáticos y Corea del Norte no se sabe bien qué hace, pero seguro que nada bueno; todo aderezado con loas a Israel y ciertas críticas a defectillos de los estadounidenses. A mí me parece tan solo un reflejo del pensamiento de las clases dominantes en occidente y me aburre tanto estereotipo; habrá no obstante a quien no le moleste y no lo tache de gilipollas (no es lo peor del libro, sinceramente).
Algunas aventuras me han entretenido a pesar de los tópicos y el esfuerzo para hacer todo lo más molón posible, como la del japonés adicto a internet, y hay anécdotas curiosas que hacen la lectura llevadera, si bien no lo suficiente para leer algo más de este autor.
Los relatos pecan de un excesivo detalle en lo tecnológico, y al no compartir arco argumental, se tiene la sensación de estar leyendo un batiburrillo de testimonios escogidos sin un criterio particular. En ellos descubre uno que los rusos son unos hijos de puta, los chinos, no muy simpáticos y Corea del Norte no se sabe bien qué hace, pero seguro que nada bueno; todo aderezado con loas a Israel y ciertas críticas a defectillos de los estadounidenses. A mí me parece tan solo un reflejo del pensamiento de las clases dominantes en occidente y me aburre tanto estereotipo; habrá no obstante a quien no le moleste y no lo tache de gilipollas (no es lo peor del libro, sinceramente).
Algunas aventuras me han entretenido a pesar de los tópicos y el esfuerzo para hacer todo lo más molón posible, como la del japonés adicto a internet, y hay anécdotas curiosas que hacen la lectura llevadera, si bien no lo suficiente para leer algo más de este autor.