El signo de los cuatro



  • Leído en: 2021.
  • Título original: The Sign of the Four.
  • Escritor: Arthur Conan Doyle.
  • Género: Criminal.
  • Año de publicación: 1890.
  • Serie: Sherlock Holmes II.
  • Sinopsis: Después de la publicación de su primer caso en «Estudio en escarlata», hubo que esperar tres años para que, en 1890, Sherlock Holmes reanudara su actividad resolviendo el misterio que se le planteaba en «El signo de los cuatro». Novela previa aún a la sucesión de relatos que poco más tarde habrían de catapultar a la celebridad al famoso detective y a su creador, Arthur Conan Doyle (1859-1930), su acción gira en torno a los avatares de un fabuloso tesoro en la India colonial, afirmándose en sus páginas los que habrían de ser ya en adelante los sugerentes y pintorescos rasgos de la personalidad del brillante investigador.


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    Mejora ligeramente el asunto en la segunda entrega, con un Sherlock Holmes más puesto, una trama bastante estirada pero muy entretenida y un misterio rocambolesco. Algunos comportamientos desfasados y una última parte aburridilla hacen mella en su desarrollo, eso sí, y a falta de examinar las aventuras y al otro perro, me sigo quedando con la historia del Carbunclo.


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    [No sigas si no has leído el libro:
    a partir de aquí desvelo el argumento]

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    Se rebaja la credibilidad del poder de deducción del Sherlock cuando se mezclan chorradas como la grafología o la fisiognomía entre las herramientas que utiliza... pero bueno, el autor creía en gilipolleces y quizá estaban más aceptadas en esa época. Como lo de las mujeres, por cierto, que son de otra especie: «No habría sido mujer si no hubiera experimentado cierta ansiedad ante la extraña empresa en la que nos embarcábamos», «... palabras de consuelo, amables y femeninas», «De acuerdo con el estilo angelical de las mujeres»... pfff. Y la Mary se pone tan pálida cuando pasa algo malo que casi parece una sepia, pobrecilla; menos mal que está el Watson ahí atento y sin «imponerle» su amor aprovechando la situación... ¡Ah!, y siguiendo con cosas de estas, tampoco hay indio o negro (o los dos a la vez) que no sea feo, malvado, un animal o incluso adorador del demonio; y al final, muere, claro.

    La explicación postrera del cojo malvado no me ha sacado tanto de la novela como en la anterior aquella visita a la tierra de los calzoncillos mágicos, pero es también anticlimática, menos interesante y demasiado extensa («Bien, caballeros, les estoy aburriendo con mi largo relato». Pues ahora que lo dices...). Creo que los relatos cortos me van a gustar mucho más.