El jugador



  • Leído en: 2009, 2020.
  • Título original: The Player of Games.
  • Escritor: Iain M. Banks.
  • Género: Ciencia ficción.
  • Año de publicación: 1988.
  • Serie: La Cultura II.
  • Sinopsis: Gurgeh era uno de los mejores jugadores de la Cultura, maestro reconocido de todos los tableros y estrategias. Aburrido de su éxito y forzado por las circunstancias, Gurgeh se encontrará a sí mismo en el imperio de Azad, cruel y próspero, enfrentado al juego supremo, un elaborado reto modelado con tanta exactitud, de acuerdo con las reglas de la existencia, que el ganador es proclamado Emperador. Víctima de un chantaje, y sin verdaderas alternativas, Gurgeh se verá obligado a poner en peligro su propia vida.


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    Este segundo libro de la Cultura tiene, comparado con la pirotecnia del anterior, una trama más pausada, sólida y profunda. No es una space-opera típica con naves espaciales, armas molonas, mundos exóticos, aventuras, un imperio galáctico, un héroe y demás; aunque de eso también hay, la historia se centra en Jernau Morat Gurgeh, el protagonista, y en cómo evoluciona con las situaciones que vive, y el trasfondo es cultural (je), ético, político... y jueguil, claro.

    Se puede leer, como el resto, de forma independiente, y de hecho es uno de los recomendados para iniciarse en la serie frente a otros con una estructura extraña, conceptos y diálogos complicados o una apariencia alejada de la ciencia ficción. El ritmo es algo lento, sobre todo en la primera mitad, y la «acción» escasea, pero Iain escribe muy bien, con elegancia y sentido del humor, el argumento es interesante en varios niveles y el universo de la Cultura es fascinante, al igual que el juego del Azad y sus implicaciones. Para mí, uno de los más logrados del autor.


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    [No sigas si no has leído el libro:
    a partir de aquí desvelo el argumento]

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    La oposición entre la Cultura y el Imperio azadiano sirve para criticar nuestra sociedad, pues las miserias de sus habitantes recuerdan a las nuestras (la xenofobia, el machismo, el abandono de los pobres o la manipulación de las masas por los poderosos y el culto a estos últimos), y de paso hacernos ver que la bondadosa Cultura quizá no lo sea tanto según las circunstancias... Además, el Azad se parece mucho a los gobiernos y «cúpulas directivas» de este mundo: en teoría, cualquiera puede llegar a ser el mandamás supremo o a arrimarse a su sombra si sigue las reglas y es competente; en la práctica, todos sabemos que lo importante es la clase social, el dinero o conocer a la gente conveniente, y que es difícil cambiar cualquier sistema desde dentro.

    El final resulta agridulce: se termina con un imperio tiránico y Gurgeh madura... a costa de una cierta traición de ideales en aras del bien común.