Infanta
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Tercer libro de la serie y otra vez la escritora recuerda que Grimya habla... menos mal que se lo ventila en un párrafo. A pesar de tics como el anterior, este es de los mejores: entretenido, con asesinatos, intrigas, personajes creíbles y una historia, aunque típica del género, bastante decente.
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[No sigas si no has leído el libro:
a partir de aquí desvelo el argumento]
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A Índigo le toca hacer de institutriz, pero lo tiene fácil porque el trabajo duro lo hacen otros, como siempre; en este caso, una tal Hild (la niñera propiamente dicha), y además les ayuda la astróloga Phereniq. La trama es algo perezosa en ocasiones, si bien tiene su aquel y hasta presenta dilemas morales (¿el Takhan es bueno por cómo gobierna o malo por haber tomado el poder con violencia?), y el misterio se mantiene buena parte de la novela. Entre los defectos, el comportamiento del demonio no es muy creíble, hay astrología de por medio con influencia de las fases de la luna (ufff), Índigo vuelve a demostrar que no es un as al no acordarse de que la Takhina le dijo cuándo había nacido Jessamin nada más encontrarse con ella... y está todo el día la «Madre del Mar» por ahí danzando, por supuesto.