Teatro Grottesco
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Le tenía ganas al Ligotti, y a pesar del relativo buen comienzo, el libro se me ha ido haciendo cada vez más monótono y forzado. Los relatos son desconcertantes y se esfuerzan por tener sustancia y no ser simples historias de terror, en especial los primeros, con guiños a temas filosóficos y psicológicos y cierta crítica social. Comparada con la ambición del contenido, la forma desmerece: el estilo es difuso y sencillo a la par que pomposo y repetitivo, y las estructuras, truncadas, como si los cuentos no estuvieran rematados, lo cual contribuye al sentimiento de extrañeza (igual que esa aceptación resignada de lo insólito por los personajes), pero también provoca distanciamiento. Incluso en los más convencionales, me quedo en la superficie y veo el diseño sin involucrarme del todo, y las insinuaciones de horrores o sus descripciones directas no suelen convencerme y, además, no se desvían excesivamente de los estereotipos del género. En ocasiones me ha parecido leer esbozos cargados de oscuridad y nihilismo que podrían producir obras magníficas, como si el escritor tomara apuntes y les faltara un pulido para permitir al lector sumergirse de lleno en la narración sin notar los hilos, sentir lo que ocurre y no simplemente conocerlo, ver la película en lugar de examinar el guion. Terminados, puede uno rellenar los huecos y hacerse una idea completa, y a veces las piezas encajan de esta manera y el resultado es satisfactorio; y es que algunos dejan una huella mayor que la impresión causada al leerlos... quizá lo suyo sea hacerlo más de una vez, si el ánimo acompaña.
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[No sigas si no has leído el libro:
a partir de aquí desvelo el argumento]
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1) Enajenaciones.
«Pureza» - 7. ¿Envió la madre al policía a por el protagonista? Eso da a entender la hermana al contarle lo del hermafrodita y preguntarle que cuándo se va a terminar el asunto entre él y su madre; y es esta última quien le dice al hijo que el tercer principio es la familia... No sé, la trama es fragmentaria y el significado subyacente, difuso. Lo sobrenatural parece accesorio, y su función, distraer mientras se habla de «lo importante»; qué es eso, no lo tengo claro.
«El gestor de la ciudad» - 7. Una metáfora de gobiernos despóticos y empresarios sin escrúpulos y cómo se aprovechan de los trabajadores para obtener beneficios a su costa en este mundo «globalizado», o eso me hace ilusión pensar. Un ligero humor negro no hace desaparecer el horror del argumento, con esa sumisión sin remedio, casi religiosa, ante un poder de tintes absolutos y mecánicas ocultas del cual es imposible escapar. El protagonista decae junto con la ciudad y acaba interesándose por el terrible cargo de gestor cuando está tan hundido que solo contempla el suicidio como remedio tras ver que en todas partes sucede lo mismo: hay que estar desesperado para ser un jefecillo... bien, Ligotti.
«Atracción de feria y otros relatos» - 6. La estructura es curiosa; los relatos dentro del principal, normales unos y buenos otros, sin destacar especialmente; la trama no va a ningún sitio pese a ser interesante, y las especulaciones y teorías no me llaman o no las entiendo. Al leerlo pensaba en que ojalá mejorara, porque mientras la idea era buena, la ejecución no me lo parecía; digerido, le veo más sentido, como si la prosa de Ligotti me impidiera creerme lo que cuenta y una vez ausente pudiera hacerlo a partir de la imagen mental remanente.
«La marioneta payaso» - 7. De los mejores, con un argumento más clásico que los anteriores y un significado oculto a los profanos como yo, supongo... aunque el tratamiento del terror de tan sutil resulta aséptico, le falta vigor, y los payasos aterradores no son lo mío.
«La torre roja» - 6. Sin trama, solo una descripción de la fábrica protagonista... tiene su aquel y apuntaba muy alto, si bien los momentos logrados se diluyen en caprichos grottescos de película de serie B y no consigo librarme de una sensación de artificio, de falta de fluidez, de que igual hay mil metáforas y referencias y me las estoy perdiendo y no me importa demasiado.
2) Deformaciones.
«Mi defensa de una acción punitiva» - 6. No hay sorpresas, solo una historia de conspiraciones empresariales, terror y locura con una pizca de insinuación y surrealismo, bastante entretenida pero no muy creíble y poco evocadora, fría.
«Nuestro supervisor provisional» - 7. Continuación «espiritual» del precedente, la enajenación y la explotación de los trabajadores queda patente y se añade un toque inmaterial al control de la empresa sobre ellos que deriva en un desenlace rotundo.
En una ciudad extranjera, en una tierra extranjera. Los siguientes cuatro relatos, los últimos de esta parte llamada «Deformaciones», pertenecen a un disco-libro de Current 93 y Ligotti de 1997 (In a Foreign Town, in a Foreign Land) y me resultan completamente indiferentes, algo tediosos, repetitivos y nada eficaces; los menos conseguidos de la antología.
«Su sombra se alzará a una casa más alta» - 5. Es argumento es bueno pero no verosímil, y ni causa inquietud ni el desarrollo es acertado. Solo me han interesado algunos conceptos (y suenan ligeramente impostados... ese deshacer la tumba y finalmente la casa, por ejemplo) y la sonoridad del nombre del protagonista ausente, Ascrobius.
«Los cascabeles sonarán siempre» - 6. No están mal estos sueños que no son de nadie y atrapan a los incautos. Una lástima que la envoltura no acompañe al fondo y me haga seguir el camino sin convicción e intentando tragarme el asunto sin conseguir dejarme llevar.
«Una voz suave no susurra nada» - 5. A mí sí que no me dice nada la voz del autor en este intento pseudofilosófico con dos pinceladas de horror macabro...
«Cuando oigas el canto, sabrás que ha llegado el momento» - 5. Indefiniciones y vaguedades con un trasfondo terrorífico artificioso.
3) Los dañados y los enfermos.
«Teatro Grottesco» - 6. Una fuerza enigmática y todopoderosa acecha y ataca sin previo aviso a artistas de todo tipo, un escritor le hace frente de una forma peculiar y poco puede hacer al final. Tampoco me convence por completo; daba para más.
«Las ferias de gasolinera» - 5. Me gusta el planteamiento; si bien, como la mayoría, no se aparta de los lugares comunes (está todo inventado, ya se sabe): la víctima de una especie de maldición la extrapola a otro y nos la cuenta, somos testigos de su desengaño y la cosa se complica y se diluye en varias capas de ambigüedad e incertidumbre hasta confundirnos incluso más que al protagonista. Lo supuestamente original son el club y sus habitantes, las ferias del título o identificar el miedo con el «Showman», y a mí, que Valdemar me perdone, no me van esos rollos, ni el Ligotti me parece un literato ni el resultado nada del otro mundo; y, para colmo, leer varios seguidos resalta los defectos y todos se me asemejan y me dejan preguntándome dónde está la genialidad que no veo y si no tendré yo la culpa y no sabré apreciarlos... pudiera ser.
«El bungalow» - 5. Inverosímil, kafkiano y envuelto en cuestiones metafísicas y principios vitales que no me despiertan el más mínimo interés ni me provocan intranquilidad.
«Severini» - 6. Igual que en el anterior, el protagonista es dos personajes a la vez y el ambiente es surrealista y poco creíble. En esta ocasión, sin embargo, el último tramo está logrado y salva al cuento de la mediocridad.
«La sombra, la oscuridad» - 7. Acaba bien el libro. A pesar de los tics habituales, hay algo sólido en esta última historia, quizá más definición en lo extraño y maligno, y deja un poso de coherencia levemente inquietante ausente en otras.
2) Deformaciones.
En una ciudad extranjera, en una tierra extranjera. Los siguientes cuatro relatos, los últimos de esta parte llamada «Deformaciones», pertenecen a un disco-libro de Current 93 y Ligotti de 1997 (In a Foreign Town, in a Foreign Land) y me resultan completamente indiferentes, algo tediosos, repetitivos y nada eficaces; los menos conseguidos de la antología.
3) Los dañados y los enfermos.