Melmoth el errabundo
~~~
No me extraña que la consideren una de las mejores novelas góticas, porque es una maravilla siniestra y elegante. La forma de escribir del Maturin hace interesante cualquier cosa que cuente, y la historia te atrapa y por momentos emociona cuando llevas un buen rato leyendo sin distracciones y tienes el ánimo adecuado... hay que concentrarse, vamos; no cabe otra actitud ante el estilo decimonónico y dramático en ocasiones al borde de la exageración, el racionamiento de información sobre el asunto principal, los rodeos (relatos dentro de otros hasta casi perder la cuenta) y el hincapié en la religión; por no hablar de las múltiples referencias: epígrafes sin traducir (los del inglés, bien, pero los latinos y sobre todo los griegos en su propio alfabeto, ufff), citas también en varios idiomas, alusiones a otras obras... que complican un poco la lectura, aunque solo hasta donde quiera el lector. Me imaginaba algo distinto en cuanto a argumento y estructura, la verdad, y requiere cierto esfuerzo, pero me ha gustado mucho y ya estoy deseando dar con otro libro parecido.
~~~
[No sigas si no has leído el libro:
a partir de aquí desvelo el argumento]
~~~
Hay mucha charla religiosa (no en vano el Maturin era sacerdote), aunque normalmente no molesta ni aburre, salvo quizá al final por reiteración y porque se centra más en ese tema. Por ejemplo, las cuestiones eticorreligiosas del atormentado Alonso tienen su miga en contraposición a las normas eclesiásticas y de los monjes y sus intereses espurios; las frases y sentencias moralizantes no lo son en exceso y muchas veces tienen sentido; y no anda muy desencaminado en general cuando el cristianismo resulta la mejor opción al compararlo con terceras creencias en un pasaje (arrima el ascua a su sardina, el tío). Además, el humor negro y las puyas a la iglesia católica son muy de mi agrado, por más que estas últimas ensalcen otra superchería como es el protestantismo, y compensan los contados excesos de espiritualidad.
Entre mis partes preferidas, aparte de la del convento casi entera, están la desaparición de Isidora y cómo la prepara el escritor, la boda con Melmoth en esa ermita (muy gótico todo) y la mano «fría como la de la muerte» que los une, el drama de época de Elinor y sus parientes y el sueño de Melmoth y su relación con el desenlace. Los capítulos en la isla de Immalee se me han hecho más lentos y tienen algunas chorradillas y tópicos; a pesar de esto, se disfrutan y la trama se recupera rápidamente. Es un acierto no explicar el secreto del protagonista e ir describiéndole por lo que los demás cuentan de él, y el final abierto no le sienta nada mal; tal vez lea algún día la continuación de Balzac.
Entre mis partes preferidas, aparte de la del convento casi entera, están la desaparición de Isidora y cómo la prepara el escritor, la boda con Melmoth en esa ermita (muy gótico todo) y la mano «fría como la de la muerte» que los une, el drama de época de Elinor y sus parientes y el sueño de Melmoth y su relación con el desenlace. Los capítulos en la isla de Immalee se me han hecho más lentos y tienen algunas chorradillas y tópicos; a pesar de esto, se disfrutan y la trama se recupera rápidamente. Es un acierto no explicar el secreto del protagonista e ir describiéndole por lo que los demás cuentan de él, y el final abierto no le sienta nada mal; tal vez lea algún día la continuación de Balzac.