La bola de cristal
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Está bien escrito (al estilo de Stephen King), engancha y tiene su aquel, pero en la relectura me ha gustado un poco menos y se han acentuado los defectos que pasé por alto la primera vez. También a este le cambiaron el título: lo tradujeron más adelante por Mago y cristal. Es el último «bueno» de la serie; algo inferior a los anteriores en cuanto al argumento, y a la par, e incluso ligeramente superior, en el desarrollo de la parte central.
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[No sigas si no has leído el libro:
a partir de aquí desvelo el argumento]
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Las partes primera y tercera, ambientadas en el presente, no están mal; los personajes están en Topeka (recuerda a Apocalipsis) y no hacen mucho por ahí aparte de escuchar un relato al calor del fuego y andar un rato. La segunda, mucho más larga, trata de la juventud de Roland y es bastante buena, aunque le veo dos inconvenientes: el primero es su naturaleza, pues no le encuentro sentido a una historia de amor demasiado típica que ocupa casi todo el libro (podría haber sido una novela independiente sin problemas); y en segundo lugar, con la cantidad de misterios por desvelar sobre la personalidad de Roland, Gilead y el Mundo Medio, todo se centra en ese drama pasional y las incógnitas lo siguen siendo después de cerca de mil páginas de amoríos imposibles y aventurillas de adolescentes. No sabría por dónde tirar con la trama sin pillarse los dedos y se dijo «venga, hablo del pasado del protagonista pero sin meterme en líos explicando nada serio, ya lo haré en otra ocasión»; y le quedó bien, hay que reconocerlo, y al mismo tiempo lo que narra resulta superfluo (y las explicaciones las dio en los volúmenes venideros y pfff).
Claro que lo peor es el desenlace: una chorrada absurda de zapatos rojos y tonterías del Mago de Oz que de pequeño me chirriaba un poco y ahora me parece una gilipollez.