Leído en: 2021.
Título original: Behold the Void.
Escritor: Philip Fracassi.
Género: Terror.
Año de publicación: 2017.
Sinopsis: Se reúnen aquí nueve historias que transitan entre el horror cósmico y el weird, entre el terror genuino de los años ochenta y la prosa elegante de los grandes autores contemporáneos.
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No escribe mal el
Fracaso Fracassi este, detalla los personajes, sabe crear tensión... y también me aburre. Estoy seguro de que los relatos que más me gustaron, y que casualmente son los dos primeros, me resultarían peores ahora, después de leer el resto, empachado de descripciones, vivencias anodinas contadas por protagonistas insulsos, metáforas y símiles constantes, situaciones terroríficas sin sentido y finales corrientes. La comparación con
Stephen King (otro que me cansa en estos tiempos) es acertada, y sus historias pecan de males similares sin llegar a cotas tan altas como algunas de aquel. No me interesa el terror por sí mismo y soy un poco tiquismiquis, qué le vamos a hacer.
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[No sigas si no has leído el libro:
a partir de aquí desvelo el argumento]
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«Construcción blanda de una puesta de sol» - 7. Si se hacen un par de concesiones, es entretenido.
«Altar» - 6. Se disfruta, aunque no se le saca todo el partido posible. Buen trasfondo.
«El ladrón de caballos» - 6. No pillo la referencia del séptimo hijo de un séptimo hijo y qué tiene que ver con ese final místico... el resto molaba.
«El ataúd» - 5. Demasiados sucesos extraños sin fuerza ni motivo, el desenlace en especial.
«La cuidadora» - 5. No entiendo que la protagonista mande al párroco a por la confesión de la asesina si resulta que podían cogerla los de su secta (hasta matan al viejo). Además, el folclore cristiano me da risa.
«Surfer Girl» - 3. Ni la trama ni los personajes ni el estilo me convencen.
«Madre» - 6. Bastante bien, pero no veo lógica la transformación.
«A prueba de fallos» - 5. Predecible y no dice nada nuevo.
«Mandala» - 5. Como un día sin pan. La última parte, interesante, llega tarde, y las referencias a espejos negros, fuerzas extrañas, dioses de otros mundos y demás no funcionan, ni tampoco esa exmujer vengativa de la que ni se sabe cómo consigue ser tan poderosa (y caprichosa en el uso de su arte, como en toda obra cutre) ni por qué quiere quedarse con el chaval ni sus implicaciones en el lío. Hay intriga, pero se diluye en el tedio.