Crisálida
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Me acostumbré a la escritura de corrido y los capítulos cortos y, dejándome llevar, seguí con interés las desventuras de la protagonista durante bastantes páginas, pero la monotonía del argumento, la repetición constante y un último tramo fallido, junto con otros motivos, me han despegado de la historia. La novela cae, me temo, en el saco de «no es para mí».
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[No sigas si no has leído el libro:
a partir de aquí desvelo el argumento]
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Quizá hubiera pasado por alto la falta de comas y esa forzada búsqueda de poesía si el final no fuera tan ambiguo (demasiado misterio hay ya para ponerse a jugar con que Nada es la bruja y meter esos pasajes psicodélicos) y si la guaja usara de forma coherente las expresiones andaluzas (unas veces «mu», otras «muy»; participios según le dé...). Y tampoco me han satisfecho los monstruos que se inventa ni la obsesión con ellos. Lo de sobrevivir todo ese tiempo en las montañas, que los niños se hagan fuertes y despiadados mediante privaciones y tanto jueguecito no me habría importado en un relato corto; aquí se alarga excesivamente el asunto. Y la serie de desgracias inevitables me ha recordado (ligeramente, eso sí) a otro libro que, con un estilo más simple y menos pretensiones, veo más logrado.