En llamas



  • Leído en: 2022.
  • Título original: Catching Fire .
  • Escritor: Suzanne Collins.
  • Género: Ciencia ficción, fantasía.
  • Año de publicación: 2009.
  • Serie: Los juegos del hambre II.
  • Sinopsis: Contra todo pronóstico, Katniss Everdeen y Peeta Mellark siguen vivos. Aunque Katniss debería sentirse aliviada, se rumorea que existe una rebelión contra el Capitolio, una rebelión que puede que Katniss y Peeta hayan ayudado a inspirar. La nación les observa y hay mucho en juego. Un movimiento en falso y las consecuencias serán inimaginables.


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    Sigue entretenido el asunto, pero esta vez la trama no es tan coherente, la protagonista se vuelve demasiado especialita en lugar de madurar y hay muchas páginas dedicadas a temas superfluos. Aunque no me saca de quicio y tiene pasajes amenos, la primera parte se hace larga y la última parece una copia de serie B del libro anterior, con el cual quizá fui algo generoso. Espero que el siguiente mejore.


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    [No sigas si no has leído el libro:
    a partir de aquí desvelo el argumento]

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    Lo peor es la tendencia de muchos hechos a la incongruencia cuando antes se podían considerar más o menos lógicos: te matan por toser cuando no debes y les dejan despotricar en directo, por ejemplo; y el Snow será de la resistencia o esta, inútil, porque el primero no mata a Katniss y los otros basan su revolución en que siga con vida (por cierto: «Sé lo del beso», uuuh, qué miedo); el engaño a Katniss y Peeta para que no sepan nada si los cogen (¿?) queda como un simple truco de despiste al lector; y podría seguir. Otra cosa que no me va es Katniss y sus razonamientos absurdos: piensa que el jefe de los vigilantes le enseña el reloj en secreto porque no quiere que le copien la ocurrencia de poner un sinsajo ahí; que Johanna la traiciona cuando cortan el cable y le hace una herida sin matarla; que como no ha podido salvar a Peeta (pesadilla recurrente) lo tiene que matar... un sinsentido tras otro para añadir a sus caprichos, y las cansinas derivas de sus monólogos interiores prefiero no recordarlas. Por último, las chorradas de película del tipo «recuerda quién es el verdadero enemigo», los juegos descafeinados, el incesante repaso de los momentos emotivos pasados, el paripé con los patrocinadores o los cargantes amoríos (no quiero a nadie, un poco a este, ahora al otro, finjo, qué va, ni idea) también son llamativos (para mal). ¿Seguirá esto cuesta abajo?